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El Encargado De Los Juegos
Jack Benton
El Encargado de los Juegos
Jack Benton
ГЌndice
Otras Obras de Jack Benton (#uf2767f48-c1af-54f6-a2f0-abe87474aca9)
El Encargado de los Juegos (#u4a1aff24-65c7-5eb6-a66a-83d3237db3f5)
CapГtulo 1 (#u4b6c3a28-df5c-5921-b70a-b05eba7481f5)
CapГtulo 2 (#ufefb6a11-f5c5-5d87-8905-cae42cbbca69)
CapГtulo 3 (#ub996cefd-328f-5892-b4c9-7b8234c03b01)
CapГtulo 4 (#ubf116227-a4f2-5f6f-b292-7102fffdbf6b)
CapГtulo 5 (#uec002945-9f4a-58d7-8413-ed359c856d87)
CapГtulo 6 (#u965513b5-ec13-5a2a-8da6-efae5f0d893f)
CapГtulo 7 (#u25a75979-a464-541f-9697-91b749c71415)
CapГtulo 8 (#u76c6e183-e1e3-5822-9a44-26188ad3c091)
CapГtulo 9 (#u08b5a497-7a91-530e-bd31-195aac1c3cbe)
CapГtulo 10 (#uffec619e-5d4c-5d6a-b04c-3b6ed528427d)
CapГtulo 11 (#uc3524784-ceea-5ff6-9e57-4fc324dc6347)
CapГtulo 12 (#u61d2f651-9974-580f-9451-6e3f8e9e5c39)
CapГtulo 13 (#u61e213e9-466c-5338-ba03-4559a8eb6b8a)
CapГtulo 14 (#u65eddc08-889d-526a-8103-e9a587b3a28b)
CapГtulo 15 (#u01621f3a-7910-5e67-955b-8e492621af97)
CapГtulo 16 (#ue8a0bce4-e967-5dae-9696-e3dd29a3e9b4)
CapГtulo 17 (#ueae4852c-f52f-5e72-8d60-754db8a5c901)
CapГtulo 18 (#u498c9481-1364-5f6a-a0cc-f69a0d555537)
CapГtulo 19 (#u0d03f749-c943-58e3-afeb-346205e0f86a)
CapГtulo 20 (#uf4cb0422-9351-50e8-988d-5833fc0bfb5f)
CapГtulo 21 (#ud8dd1ac1-8b5e-5984-b766-cdb17e66eb3d)
CapГtulo 22 (#u20766768-ead7-534a-b41c-7ae57fcce149)
CapГtulo 23 (#ua8e19a5a-5dc9-588b-85ac-531444ded3f5)
CapГtulo 24 (#u1f6d6d3c-81ed-511b-81c3-ca5b912f1099)
CapГtulo 25 (#ud9a9beed-aff9-5301-9958-28a4de2dd43e)
CapГtulo 26 (#uec3f05d7-1075-51bf-80b2-8d970251802a)
CapГtulo 27 (#ueac8f7df-d2aa-59e5-a809-e272b0d89f3a)
CapГtulo 28 (#uad3a32ea-c870-56a5-96a3-ce7081915e39)
CapГtulo 29 (#u194e603d-8ad2-50d1-afb8-bdad8d103869)
CapГtulo 30 (#u2e7a3a64-0088-5375-95e4-0b31235c8d8d)
CapГtulo 31 (#ua503ce02-e8c1-55d2-877b-3a1062ce2bc9)
CapГtulo 32 (#u46de9365-f015-5cc8-9af7-1ae1cc63de30)
CapГtulo 33 (#uf3553af5-e407-5f65-af53-aa5d12f30094)
CapГtulo 34 (#u5417a7a5-b018-5b21-bf7c-ae664c0f6c73)
CapГtulo 35 (#u0b594d34-32c2-5d0a-9432-5729378bb8dc)
CapГtulo 36 (#uaa399053-8cb3-54de-859e-ef954c9734c0)
CapГtulo 37 (#u1401707e-8887-563a-b6ff-9a1c50751a5b)
CapГtulo 38 (#u61eacb67-4744-5ba7-a573-3c1fff5670ca)
CapГtulo 39 (#u9dd7778a-ff6f-582b-8ed7-e4eff51f56f8)
CapГtulo 40 (#uce81a93e-ea99-5658-a2ab-42f249b5d0f0)
CapГtulo 41 (#u1c73f458-1309-5403-91ab-a561ccbfa1c7)
CapГtulo 42 (#u4808712e-fc3b-5e23-9e2c-2c4d626cfc87)
CapГtulo 43 (#u8c88a5c3-9b05-58ec-b7b8-6e5bb1beb9dc)
CapГtulo 44 (#uceb7e223-f090-5d36-9ca9-d90f88b50162)
CapГtulo 45 (#ub04f514d-05fa-5870-9565-adc75e9c29ca)
CapГtulo 46 (#ubb0e5acb-2e2b-5295-a898-b93cd9970a65)
CapГtulo 47 (#uba72babe-ad13-5079-a911-3be11445c0c8)
CapГtulo 48 (#ucd96933f-1358-5d88-9ef1-2978614e83d3)
CapГtulo 49 (#ua27736e3-9c4f-57b1-95c6-983e685340d1)
CapГtulo 50 (#ub2dc3997-b53b-57a0-b834-70427f38798f)
CapГtulo 51 (#uef3670ac-518f-5419-bdf9-efabf15a09af)
CapГtulo 52 (#u6453b2e9-35ad-5487-a378-d4b8888394e8)
CapГtulo 53 (#u9e3045e0-b092-5547-873d-3533e43cf351)
CapГtulo 54 (#u28569a08-73f4-5fb5-a6c0-3e9ffbc8ec96)
CapГtulo 55 (#u52fd0dbe-5d07-5b7c-9768-d034f17c2905)
CapГtulo 56 (#u6418baef-8e3b-5371-b2f7-c6e8183d123a)
CapГtulo 57 (#ub4e04a8c-b852-5d87-9d3f-6a6f46462860)
CapГtulo 58 (#u5c2cb0cd-567e-5779-b6ee-a2f87f72935f)
CapГtulo 59 (#ub32c05da-c114-5cca-9b2d-003ef3b0e3d9)
CapГtulo 60 (#u44589fe0-9897-586d-9dcc-a8e4032783d8)
CapГtulo 61 (#ud29c557b-68cf-5600-90cb-379c25cc8874)
CapГtulo 62 (#uec0dbdd5-04ab-5aca-b0d3-72c4ac1144e3)
EpГlogo (#u029d8df0-6e5e-50a3-ab1b-f2a13eca1da2)
Sobre el Autor (#uc2ca2096-91e2-5fd0-a2a9-180614523a25)
Otras Obras de Jack Benton
(y disponible en espaГ±ol)
El hombre a la orilla del mar
El secreto del relojero
El Encargado de los Juegos
"El Encargado de los Juegos” Copyright © Jack Benton / Chris Ward 2019
Traducido por Mariano Bas
El derecho de Jack Benton / Chris Ward a ser identificado como el autor de este trabajo fue declarado por Г©l de conformidad con la Ley de derechos de autor, diseГ±os y patentes de 1988.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperaciГіn o transmitida, en cualquier forma o por cualquier medio, sin el permiso previo por escrito del Autor.
Esta historia es una obra de ficciГіn y es producto de la imaginaciГіn del autor. Todas las similitudes con lugares reales o con personas vivas o muertas son pura coincidencia.
El Encargado de los Juegos
1
CapГtulo Uno
El golpe doliГі.
Si no hubiera sido por el cubo de alcohol que habГa bebido, habrГa dolido mucho mГЎs, pensГі Slim mientras se doblaba, tensando los restos estancados de los mГєsculos militares de su estГіmago ante el prГіximo golpe.
—Lárgate. Ya te lo he dicho y no lo voy a repetir.
Unos dedos se cerraron sobre el cuello de Slim. ApareciГі un puГ±o cerrado cuya silueta perfilaba una farola. Slim braceГі esperando el impacto, pero cuando llegГі el golpe no le doliГі tanto como esperaba. CayГі al suelo mientras su atacante juraba agitando las manos.
Es lo que pasa con las caras. Generalmente son mГЎs duras que los huesos de un puГ±o no acostumbrado a golpear.
El hombre se separГі tambaleГЎndose en el callejГіn. Slim se sentГі y una tapa de metal de un cubo de basura le golpeГі en un lado, seguido por un saco abierto que hizo que lloviera sobre Г©l comida apestosa, con pieles de zanahorias y patatas pegГЎndose a sus ropas y su cara.
—Si quieres comer tu basura, adelante. Pero si te vuelvo a ver, acabarás en una de esas bolsas. ¿Entendido?
Slim, cegado por una bolsa de papel con un lГquido de cocina no identificado, asintiГі hacia la que esperaba que fuera la direcciГіn correcta. Una incontenible necesidad de decir algo sarcГЎstico para sulfurar aГєn mГЎs al hombre le quemaba como una comezГіn inalcanzable, pero se resistiГі. Unos pocos segundos despuГ©s se apagГі el ruido de pisadas. Slim se puso en pie y volviГі tambaleГЎndose al canal.
Delante de sus ojos apareciГі Riverway Queen, la casa barco escorada y arruinada a la que ahora llamaba su hogar. Slim sacГі la llave del candado que habГa comprado con su Гєltimo dinero suelto, echando a un lado el cartel de PELIGRO: NO ENTRE a un lado de modo que se volviera a colocar en su sitio tras cerrar la puerta.
En la oscuridad, cerrГі el pestillo interior y luego encendiГі la pequeГ±a lГЎmpara de parafina que colgaba de un gancho en el techo.
La habГa costado un poco acostumbrarse al ГЎngulo de inclinaciГіn hacia abajo y la izquierda de la barcaza. En el extremo del fondo, un charco de agua chapoteaba en torno a las patas de la mesa y las sillas, subiendo y bajando con la profundidad cambiante del canal, pero la mayorГa del interior de la barcaza permanecГa intacta. No funcionaba nada, pero un sofГЎ-cama plegable apoyado sobre algunos libros empapados de tapa dura resultaba suficientemente cГіmodo y habГa muchos aparadores para almacenar bebida.
Se quitГі la ropa y la dejГі en el fregadero seco. MaГ±ana serГa dГa de colada, especialmente ahora que tenГa sangre sobre su camisa. Se esperaba lluvia por la maГ±ana, asГ que maГ±ana por la maГ±ana el agua del canal serГa buena y fresca. Aunque estaba habituado al olor de pantano mohoso y abono (se lavaba tanto su ropa como a sГ mismo en el canal y el jabГіn era un lujo innecesario), siempre estar verdaderamente limpio hacГa que se sintiera bien.
No tenГa buen aspecto en el pequeГ±o espejo de encima del fregadero. La lГЎmpara de parafina dejaba la mitad de su cara en la sombra, pero un ojo estaba muy hinchado. Su barba estaba salpicada de sangre y hacГa tiempo que necesitaba recortarla o afeitarse por completo. La habГa dejado crecer demasiado y eso nunca era bueno.
RecordГі que una vez un viejo amigo le dijo que los vagabundos eran invisibles, pasando inadvertidos a los ojos del mundo. Slim habГa descubierto que no era asГ. En los seis meses que habГan pasado desde su desahucio, habГa sido atacado tres veces, incluyendo esa noche. Una de ellas habГa sido realizada sin demasiada agresividad por un grupo de amigos que salГan pavoneГЎndose de un club nocturno sin nada mejor que hacer y otra con bastante mГЎs saГ±a por un grupo de otros mendigos por el pecado de dormir en el sitio de alguien. Patadas, puГ±etazos e incluso un palo usado por una sombra barbuda no dolieron a Slim tanto como creГa. DescubriГі que los cuerpos sanaban. El corazГіn y sus delicadezas eran mucho menos resistentes.
Tomo de una nevera que no funcionaba una cerveza que no estaba frГa y quitГі el tapГіn. SabГa mal (estaba caducada, porque era mГЎs barata), pero eliminГі un poco del dolor.
Tal vez maГ±ana dejarГa de beber otra vez. Lo habГa dejado recientemente: hacГa menos de dos semanas lo habГa dejado durante tres dГas. Le habГa ido tan bien que lavГі su traje y fue a la oficina de empleo en busca de un trabajo.
Entonces pasГі algo. Vio a alguien que se parecГa a algГєn otro o escuchГі una voz que sonaba como la de alguien que lo perseguГa y se encontrГі en un pub, bebiГ©ndose lo que le quedaba de su dinero del paro.
AbriГі de nuevo la nevera, mirando la oscura fila de latas. El que no se las hubiera bebido todas, el que pudiera mantener unas existencias, era sin duda una seГ±al de control.
No era tan malo. TodavГa habГa esperanza.
Se sentГі en el inclinado sofГЎ, sintiendo el incГіmodo crujido del barco a sus pies. HabГa caГdo mГЎs bajo antes. TenГa que mantenerse positivo y soГ±ar, si no esperar, algo mejor.
Dio un sorbo a la cerveza.
Lo despertГі un zumbido cerca de su cara. Slim alargГі el brazo para aplastar lo que en un primer momento pensaba que era una mosca, pero encontrГі su viejo Nokia bajo sus dedos entumecidos por el frГo.
A pesar de su sopor, le agradГі encontrarse el telГ©fono cargado en una casa barco sin electricidad. Entonces recordГі la hora que se habГa pasado sentado en el retrete de un MacDonald’s con su telГ©fono enchufado a la pared, esperando una llamada para un empleo en la construcciГіn.
La llamada no llegГі y eso habГa pasado, ВїcuГЎnto? ВїHacГa dos o tres dГas? Slim tratГі de sonreГr mientras presionaba el botГіn de respuesta. Menos mal que no habГa tenido muchas llamadas.
—¿Hola?
—¿Slim? ¿Eres tú? Suenas fatal.
—¿Qué hay de nuevo? ¿Cómo estás, Kay?
El viejo amigo del ejГ©rcito de Slim que ahora trabajaba como traductor forense rio.
—Estoy bien, Slim. Como siempre. ¿Y tú cómo estás, de verdad, Slim?
—No he tenido mi mejor semana, pero ya es domingo, ¿no? Mañana empieza otra nueva.
—Slim, hoy es lunes.
—Bueno, como ya te he dicho, no he tenido mi mejor semana.
Kay se rio ante la aparente broma. Slim se limitГі a sonreГr al telГ©fono mientras esperaba que se le pasara el dolor de cabeza.
—Me pregunto si tienes un rato disponible —dijo Kay.
Slim sonriГі ante el comentario.
—Probablemente pueda hacerte un hueco —dijo.
—Me ha llamado un conocido. Le conocà en mi último destino —dijo Kay—. Quiere que alguien investigue un intento de chantaje.
—PodrГa llamar a la policГa —dijo Slim—. En realidad, no tengo experiencia en eso.
—No quiere que la policГa se involucre —dijo Kay—. SГ© que lo puedes hacer, Slim. Estoy seguro de que puedes ayudar.
—¿QuГ© hace que este caso tenga el tipo de lГo que me interesarГa?
—El hombre a investigar lleva muerto seis años, mi contacto quiere saber cómo es posible.
Slim suspirГі.
—Es fácil. Muerte simulada, cambio de identidad. Ocurre constantemente. ¿Por qué está seguro tu contacto de que el hombre está muerto?
Hubo una larga pausa y Slim empezГі a pensar que Kay habГa colgado. Luego oyГі un pequeГ±o suspiro y Slim lo entendiГі.
—Cuéntame, Kay. Créeme, no hay mucho que pueda hacer. ¿Cómo sabe tu contacto que el hombre está muerto?
—Porque dice que él mismo lo mató.
2
CapГtulo Dos
El hombre que se hacГa llamar Ollie Ozgood no parecГa un asesino. Con un rostro afable escondido detrГЎs de un fino hilo de barba rubia, recordaba a Slim mГЎs un pescador de la Europa Oriental o el tipo de trabajador culto de la construcciГіn que operaba maquinaria pesada en la excavaciГіn de un solar. ParecГa formado tГ©cnicamente, pero no ser lo bastante terriblemente listo como para salir impune de un asesinato. Sin embargo, Slim sabГa que las apariencias podГan engaГ±ar.
Sus ojos frГos escrutaban todos sus movimientos mientras Slim abrГa tres bolsitas de azГєcar y las echaba en un cafГ© tan denso que se coagulaba en la cuchara.
—¿Es usted un alcohólico? —dijo Ozgood.
—En recuperación —replicó Slim—. Llevo nueve horas seco. En algún momento hay que empezar, ¿no? No es la primera vez. Estoy acostumbrado.
Ozgood apuntГі con la cabeza hacia la taza,
—¿Está cambiando una adicción por otra?
Slim encogiГі los hombros.
—Salvo que sabe como si se hubiera preparado hace una semana y se hubiera dejado luego al sol para secarlo, no es una experiencia memorable. —Levantó la taza, tomó un sorbo e hizo una mueca—. Horrible. Tal y como me gusta.
—Cuando nuestro amigo común le recomendó, esperaba alguien con otro aspecto.
—Puedo llevar una gabardina y un sombrero si hace falta —dijo Slim—. Si quiere que fume puros, se los cobraré en la factura. Ahora necesito saber por qué este hombre ha vuelto de entre los muertos.
—No puedo empezar desde el principio, porque no sГ© cuГЎl es el principio —dijo Ozgood—. Para estar seguro, empezarГ© en algГєn lugar intermedio y continuarГ© desde ahГ.
Slim asintiГі.
—Lo que necesite hacer.
Ozgood se girГі en la silla, indicando el campo mГЎs allГЎ de la terraza en la que se sentaban y las casas desperdigadas que surgГan de los verdes retazos de campos como si hubieran crecido allГ de sus semillas.
—Soy el último de una familia de terratenientes. Casi todo lo que ve me pertenece. Y si no me pertenece, es que no vale la pena.
Slim seГ±alГі un chapitel gris que sobresalГa de un grupo de ГЎrboles justo debajo de la cima de la colina tras el valle boscoso que habГa al oeste.
—¿Incluso esa iglesia?
Ozgood sonriГі.
—Eso entra claramente en la Гєltima categorГa. La congregaciГіn actual de los domingos es de menos de veinte personas, en todos los sentidos. AhГ no hay dinero que ganar, pero mantiene contentos a los lugareГ±os. Sin embargo, el cementerio que hay al lado, es tierra arrendada. Mi abuelo era un hombre de negocios y comprГі todo lo que se pudo permitir, seguro de que algГєn dГa se percibirГa su valor. Nunca consiguiГі beneficios, pero mi padre mantuvo las propiedades y desde su muerte he seguido sus pasos. Un hombre mГЎs listo podrГa haber vendido una buena parte, pero sigo confiando en que el clima econГіmico actual continГєe mejorando antes de que nos arruinemos todos.
Slim dirigiГі la mirada hacia la mansiГіn de tres plantas que se extendГa sobre Г©l y se preguntГі si Ozgood tenГa alguna idea real de lo que significa la pobreza.
—Kay me dijo que usted estuvo en el ejército —dijo.
Ozgood asintiГі.
—Estaba tratando de hacer la tГpica tonterГa de tratar de demostrarme que valГa algo. DespuГ©s de un par de experiencias, aceptГ© que la riqueza heredada de mi familia me definГa, me gustara o no. AdemГЎs, no me apetecГa que me dispararan. ВїCГіmo dicen, que las guerras las libran los pobres para beneficiar a los ricos? Sin ser un esnob, yo entro en la Гєltima categorГa.
Slim sonriГі.
—Y yo en la primera.
Los ojos de Ozgood no abandonaban nunca la cara de Slim.
—Entonces ambos somos vГctimas de las circunstancias. Como hermanos… de armas.
—PodrГamos serlo si yo hubiera actuado mejor. TambiГ©n fracasГ© en eso.
La sonrisa de Ozgood era mГЎs frГa que un viento gГ©lido del mar.
—Prefiero con mucho trabajar con hombres vulnerables. Es más fácil confiar en ellos.
—Son herméticos —dijo Slim.
MirГі de nuevo arriba a la casa de campo que se alzaba detrГЎs de Г©l con todo su esplendor. La mansiГіn Ozgood estaba en el punto de encuentro de los dos valles que caГan a ambos lados. Construida en medio de veinte acres de jardines, era el tipo de lugar que la mayorГa de la gente solo visitaba en los viajes del National Trust. Slim creГa que se habГa delatado al traer su propio cafГ©.
—Además —añadió Ozgood, después de una larga pausa—, nunca me gustó la idea de matar a alguien.
Slim pensГі en cГіmo hacer la prГіxima pregunta, pero no tenГa sentido tratar de esquivarla. SabГa del asesinato y Ozgood sabГa que lo sabГa.
—Y, aun asГ, descubriГі lo que se siente. El hombre que se supone que le chantajea muriГі supuestamente por su culpa. ВїPuede contarme algo de eso?
Ozgood se echГі atrГЎs en su silla y se frotГі pensativo el mentГіn.
—Me preguntaba cuГЎnto tardarГa en preguntГЎrmelo, Mr. Hardy.
—Creo que es mejor sacar primero lo peor —dijo Slim—. Luego puede continuar. Trabajar para un asesino es una novedad para mГ, pero es un desafГo que no estoy en situaciГіn de rechazar.
Ozgood hizo una mueca ante la menciГіn de la palabra В«asesinoВ». Luego frunciГі el ceГ±o, apretГі sus ojos cerrados y se frotГі las sienes como si se diera un masaje contra un repentino dolor de cabeza.
Sin mirar hacia arriba ni abrir los ojos, dijo:
—Sé todo acerca de su condena.
Slim alzГі una ceja.
—¿Perdone?
Ozgood le mirГі y mantuvo la mirada de Slim hasta que Slim se preguntГі si tenГa que apartarla. Ozgood la apartГі primero, pero de una manera cansada e indiferente que no dejГі a Slim una sensaciГіn de dominio, solo de que habГa desaparecido un nudo corredizo alrededor de su cuello durante un poco mГЎs de tiempo.
—SГ© que fue expulsado del ejГ©rcito por atacar a un hombre con una navaja —dijo Ozgood—. Parece que tenГa una relaciГіn con su mujer. ВїEs verdad?
—Eso creГa.
—Y trató de matarlo.
Slim asintiГі.
—Fallé. Por suerte para ambos.
—Asà que antes de contarle lo que estoy a punto de contarle, quiero que sepa que usted no es moralmente mejor que yo. Solo para que quede claro. Es una de las razones por las que creo que usted es perfecto para este caso.
—Entiendo.
—Bien. —Ozgood se removiГі en su asiento. Tomo un sorbo de su cafГ© y sonrió—. Un hombre llamado Dennis Sharp vivГa y trabajaba en mis tierras. En concreto, trabajaba en los bosques. Creo que el nombre de su trabajo era el de guarda forestal, pero era mГЎs bien un empleado para todo. VivГa en mis tierras y hacГa todo lo que yo le pedГa. Pensaba que era un buen hombre y confiaba en Г©l. Luego, una noche de hace mГЎs de seis aГ±os, violГі a mi hija, que entonces tenГa diecisiete aГ±os.
Slim se limitГі a asentir. LevantГі su taza y dio un sorbo.
—DeberГa haberse ocupado la policГa —dijo Ozgood—. Al menos inicialmente. Soy un hombre que cumple la ley. Por desgracia, el paso del hecho a la investigaciГіn jugaba a favor de Dennis Sharp.
—¿Qué pasó? —preguntó Slim.
—El caso fue desechado y Sharp pensГі que era un hombre libre. —Ozgood suspirГі, se echГі atrГЎs en su silla y mirГі a lo lejos—. No lo era. No podГa serlo nunca, Вїverdad? No despuГ©s de lo que habГa hecho.
—¿Asà que usted se ocupó personalmente del asunto?
Ozgood levantГі un dedo hasta sus labios e hizo un gesto, como si lo besara. Se frotГі la base de su barbilla con el pulgar.
—Si alguien me debe algo, me lo paga—dijo—. Dennis Sharp pagó con su vida.
—¿Cómo?
—Se hicieron ciertos ajustes en su coche en una revisiГіn. Su embrague fallГі cuando venГa a trabajar por la carretera empinada que baja a ese valle que ve allГ. —Ozgood no apuntГі, pero girГі ligeramente la cabeza, indicando una quebrada arbolada detrГЎs de los terrenos de cultivo hacia el noroeste—. El coche se saliГі de la carretera y se estrellГі contra una roca, matГЎndolo instantГЎneamente, segГєn el informe del forense.
—¿Y usted supo que murió?
—Hubo una llamada anГіnima a policГa, pero no era anГіnima para la persona que la hizo —dijo Ozgood, de forma bastante crГptica, como si estuviera interpretando un papel activo en el juego que el chantajista hubiera decidido empezar—. Me llamГі la policГa y luego vi su cuerpo, le toquГ© el cuello para ver si tenГa pulso, solo para estar seguro. Pero ahora, seis aГ±os despuГ©s, he empezado a recibir mensajes de un hombre que afirma ser Dennis Sharp, reclamando dinero, amenazando con denunciarme, no solo por mi participaciГіn en su supuesta muerte, sino por otros supuestos delitos.
Ozgood se puso en pie, caminГі por el borde de la terraza, luego se girГі y volviГі a caminar. Slim lo miraba, tratando en entender a ese hombre. Estaba claro que Ozgood no era un hombre al que se podГa desafiar, era alguien cuya amable concha exterior escondГa un interior duro como el acero.
—Que quede claro —dijo Ozgood, dГЎndose la vuelta y volviendo a su asiento. CruzГі las piernas, luego cambiГі de opiniГіn y puso su cuerpo derecho y se inclinГі hacia delante—. No temo que ese hombre arrastre mi nombre por el barro. No hay nada que tenga contra mГ que no pueda encubrirse o desaparecer. Lo que me molesta es el descaro de esa persona y por eso necesito que usted descubra su identidad—. Ozgood se echГі hacia atrГЎs. Sus ojos frГos hacГan a Slim sentirse incГіmodo—. Considero esto una ofensa personal contra mi familia. En otras circunstancias, podrГa perdonar algo asГ contra mГ… pero no contra mi hija.
Slim sorbiГі su cafГ©, usГЎndolo como excusa para evitar la mirada de Ozgood.
—Lo más probable es un caso de robo de identidad. Alguien cercano a Sharp tratando de sacarle algo.
—No hay nadie que hubiera sido cercano a Sharp que no esté muerto o algo similar.
Slim no estaba demasiado seguro de cГіmo responder a esta afirmaciГіn, asГ que asintiГі mostrando estar de acuerdo, dejando que su mirada vagara por el panorama del campo mientras esperaba que Ozgood continuara.
—Este chantajista sabe cosas que solo podГa saber Sharp.
—¿Y usted quiere que descubra el fraude o las circunstancias que este hombre podrГa usar para amenazarlo?
—Exactamente. Y cuando descubra la verdad, o lo veo pudrirse en prisión, o lo mato de nuevo.
3
CapГtulo Tres
El propio Ozgood, conduciendo cuidadosamente un todoterreno impoluto demasiado bueno para la carretera por la que viajaban, mostrГі a Slim una pequeГ±a casa que en su momento perteneciГі al guardГ©s. Estaba al final de un viejo camino serpenteante de acceso que habГa sido remplazado por una vГa mГЎs corta hasta la parte trasera de la propiedad, dejando el antiguo acceso desatendido. Al estar ahora sin usar, la casa estaba rodeaba por un bosque en el fondo de un valle, al que se podГa acceder siguiendo un camino casi imperceptible a travГ©s de los ГЎrboles que marcaban una ladera, cruzando un pequeГ±o puente sobre un arroyo, antes de zigzaguear hasta fuera de la granja. Luego se abrГa paso subiendo la colina hasta el otro lado, en direcciГіn al pequeГ±o pueblo donde Slim habГa advertido el chapitel de la iglesia. Mientras la carretera ascendГa abruptamente, doblГЎndose sobre sГ misma, Slim se sintiГі cansado con solo mirarla.
Con una palmada en la espalda y una promesa de estar en contacto, Ozgood dejГі solo a Slim, haciendo girar el coche con mala cara ante las zarzas del arcГ©n y volviГ©ndose cautelosamente por donde habГa venido.
La granja no parecГa muy impresionante desde el exterior, con zarzas creciendo en un lado hasta abrirse paso sobre un espacio techado y una grieta en una ventana de la fachada, tal vez por el impacto de un pГЎjaro. Sin embargo, tenГa electricidad y agua caliente y una estufa de gas y Ozgood habГa previsto un envГo semanal de comida para que Slim estuviera abastecido durante la investigaciГіn.
TambiГ©n habГa bichos escondidos detrГЎs de un tablero, en un zГіcalo en el pequeГ±o cuarto de estar y en una estatua de madera de un zorro en el dormitorio. Alta calidad, mucho mГЎs nueva y cara de la que nunca tuvo Slim en el ejГ©rcito o en casos anteriores, un lugar tranquilo donde se podГa oГr caer un alfiler o dar un suspiro.
Fuera cual fuese la razГіn por la que Ozgood pensara tener que controlar a Slim, este preferГa trabajar en privado, asГ que rellenГі con vaselina todos los micrГіfonos para amortiguar el sonido hasta hacerlo casi inaudible. Ozgood tardarГa en darse cuenta de lo que habГa ocurrido, tal vez el suficiente como para generar una confianza mutua.
Slim, tras volver a su ruina zozobrante el tiempo suficiente como para llenar dos maletas con todo lo que tenГa, desempacГі sus pertenencias en un mueble con varios cajones. Tras llenar solo los dos superiores de los tres que tenГa, se estremeciГі por lo ligera y provisional que era ahora su vida. PodГa desaparecer en un momento sin dejar ningГєn rastro.
Tal vez ese fuera el plan. Slim no era tan ingenuo como para confiar del todo en Ozgood y estaba claro que el terrateniente pensaba lo mismo. Era una desconfianza mutua que probablemente beneficiara a ambos.
Slim acabГі de vaciar las maletas y saliГі de la casa. Mientras cerraba la puerta, le llegГі un crujido de los ГЎrboles de al lado de la casa y un hombre entrГі en el camino.
Unos ojos legaГ±osos lo miraban y una boca casi desdentada le sonreГa.
—Me llamo Croad —dijo el recién llegado—. El jefe me dijo que le mostrara el lugar.
4
CapГtulo Cuatro
Desvencijado como el techo de un viejo pajar, Croad era una edad indeterminada, pero, por su pasiГіn por el fГєtbol de los ochenta, Slim adivinГі que su nuevo guГa tendrГa unos cincuenta aГ±os.
—Ya ve, estuve a punto de llegar al banquillo del QPR cuando Wilkins estaba en lo más alto —dijo Croad, desconcertando a Slim que ese hombre cojo como un tocón de árbol pudiera siquiera haber caminado erguido alguna vez, no digamos ya ser lo suficientemente bueno con el balón en los pies como para llegar a la entonces Primera División.
—Si no hubieran tenido un equipo tan bueno entonces, lo habrГa logrado. MarquГ© diez goles en tres partidos con las reservas, pero celebrГ© mi convocatoria del sГЎbado con una botella de whisky y una ramera que conocГ en el Soho. Al saltar por una ventana cuando llegГі su marido, me desgarrГ© los isquiotibiales en una valla del tranvГa y luego caГ delante de un autobГєs de la lГnea 94 a Piccadilly. PodrГa haber sido peor si no hubiera estado frenando para parar, pero eso es lo que pasГі. —SeГ±alГі algo—. Ah, aquГ estГЎ el vado. La carretera sube hasta un cruce. A la izquierda estГЎ el pueblo, a la derecha se va a la granja Weaton, pero no la use si llueve mucho y hay mucha agua sobre la carretera, pues es probable que se quede atascado, si no tiene tracciГіn a las cuatro ruedas.
Slim estaba tan maravillado ante la inesperada transiciГіn de una historia casi heroica a otra de rГos crecidos como para no mencionar que no tenГa permiso de conducir en vigor.
Weaton sigue siendo terreno de Ozgood, pero tienen un arrendamiento fijo a largo plazo, asГ que hay que mantener las narices fuera de allГ.
—¿Cómo es Mr. Ozgood?
Croad se encogiГі de hombros.
—¿Oficial o extraoficialmente?
—Extraoficialmente, por supuesto —dijo Slim, sabiendo bien que cualquier cosa que dijera probablemente llegarГa a oГdos de su nuevo jefe de una manera u otra—. Quiero decir, Вїes el tipo de hombre que merezca ser chantajeado?
—Depende de a quién se lo pregunte. ¿Lo normal no es que cuanto más dinero tengas más larga sea la fila de hombres que quieran robártelo?
Slim sonriГі.
—Por eso tengo tantos amigos.
Croad emitiГі una risa ГЎspera.
—Usted y yo también.
—Estoy seguro de que sabe por quГ© estoy aquГ. Mr. Ozgood quiere saber por quГ© le estГЎ chantajeando un hombre muerto. —Slim callГі, recordando la advertencia de Ozgood de que no dijera nada acerca de la verdadera razГіn de la muerte de Dennis Sharp.
—SГ. Dennis Sharp, algo inesperado. Un tipo tranquilo, trabajador, bien pagado, iba a casa o al pub, un tipo normal.
—Oà que murió en un accidente de automóvil.
Croad asintiГі.
—SГ.
Slim esperГі mГЎs informaciГіn, pero, al no recibir ninguna, dijo:
—¿Cerca de aqu�
Croad asintiГі. DejГі de arrastrar los pies por un momento y se dio la vuelta.
—Le voy a llevar allГ. Г“rdenes del patrГіn. Mejor empezar por el principio, Вїno?
5
CapГtulo Cinco
—No hay por aquГ muchas curvas cerradas como Gunhill Hollow —dijo Croad, agitando la mano hacia la carretera que caГa abruptamente fuera de la vista tras el cambio de rasante de la colina mientras los ГЎrboles se cerraban sobre ella como manos protectoras—. Quiero decir, no puedes esperar que haya una curva asГ si te has perdido y conduces por aquГ por primera vez. —Croad sonriГі, mostrando unos dientes salientes y negros—. Usted tendrГa cuidado, Вїverdad?
—Por supuesto —respondiГі Slim, inseguro de si lo tendrГa o no despuГ©s de un trago o dos.
Caminaron entre los ГЎrboles, con sus sombras recortadas sobre ellos, la temperatura bajando rГЎpidamente y el aire seco del sol de la tarde convirtiГ©ndose en hГєmedo y brumoso contra la piel de Slim.
La carretera se estrechaba y caГa en una fuerte pendiente, con su superficie llena de agujeros y desigual, con parches de guijarros de asfalto quebrado crujiendo mientras se movГan bajo los pies. Slim tuvo la incГіmoda sensaciГіn de que estaba caminando sobre la cara cubierta de granos de acnГ© de un gigante hace tiempo muerto y enterrado.
Croad se detuvo donde la carretera se volvГa abruptamente sobre sГ misma, en una fuerte pendiente descendente hacia el verde musgoso del valle. Se colocГі al borde y se inclinГі, con las manos rodeando sus ojos.
—SГ, sigue ahГ.
—¿El qué?
—El viejo Ford. La furgoneta de Sharp.
Slim se acercГі.
—¿El coche sigue ah�
—Lo que queda. Sharp llegГі a la curva a gran velocidad. EvitГі los ГЎrboles mГЎs grandes y se estrellГі a un par de cientos de metros mГЎs abajo en el bosque. Trataron de sacarlo con una grГєa, pero oГ que el cable se soltГі dos veces y a la tercera no pudieron moverlo. La policГa lo revisГі en busca de pruebas, hicieron su trabajo en el sitio y luego lo dejaron al alcance de todos.
Slim mirГі hacia abajo en la oscuridad de los ГЎrboles.
—No veo nada.
—No queda nada más que un chasis oxidado cubierto de zarzas, pero ahà sigue. Vamos, se lo enseñaré.
Croad saliГі de la carretera, bajando inmediatamente por la ladera de la colina. Tras dar un par de pasos, quedГі por debajo de su altura. El entrenamiento militar de Slim se puso en marcha y se agachГі, revisando el sotobosque en busca de algo que estuviera fuera de lugar, algo sintГ©tico o alterado por el hombre.
Una carcajada le hizo mirar arriba.
—¿QuiГ©n se cree que es, Schwarzenegger? No hay nada de lo que preocuparse por aquГ. Esto no es Vietnam, soldado.
Slim se preguntГі cuГЎnto sabia Croad de su pasado, pero lo dejГі pasar, sonriendo:
—Me gustaban los bosques cuando era niГ±o —dijo, algo que en su momento fue cierto, pero que habГa cambiado desde entonces. Tampoco le gustaban los espacios abiertos, pero al menos tenГas mГЎs oportunidades de ver a tu enemigo.
—Como a todos —dijo Croad, dándose la vuelta y alejándose—. No hay nada de lo que preocuparse, salvo unos pocos fantasmas. Dejaron el coche, pero se llevaron el cadáver de Den.
Slim se apresurГі a ir tras Croad, alcanzГЎndolo cuando el hombre mayor se parГі en una maraГ±a de maleza que sugerГa que habГa algo escondido debajo. Un poco mГЎs adelante, un afloramiento de piedra surgГa del suelo y tras ella aparecГa un barranco hacia un torrente de agua.
—El eje delantero de atorГі en esa roca —dijo Croad, tropezando con la maleza y golpeando el afloramiento con un movimiento sorprendentemente ГЎgil—. Los muy cerdos hicieron su investigaciГіn y luego dejaron el coche aquГ para que se pudriera. Los chicos solГan venir aquГ a fumar marГa, lo llamaban el viejo Den, como si todavГa estuviera por aquГ.
—¿Siguen bajando aqu�
—Se cansaron que arrancar los hierbajos, supongo. —Croad sonrió—. O se asustaron. Más de un par de jóvenes se sentaron en el asiento caliente y no volvieron a este bosque.
—¿El asiento caliente?
Croad se inclinГі y apartГі una mata de zarzas retorcidas con las manos desnudas, echГЎndolas a un lado para mostrar una ventana lateral sucia y rota.
—El asiento delantero del conductor. Donde el viejo Den se encontró con su creador.
6
CapГtulo Seis
Ozgood le habГa dicho que durante su investigaciГіn no habГa preguntas que no se pudieran hacer a quien viviera en sus propiedades.
Con una taza de cafГ© que habГa dejado toda a noche en el filtro, Slim dispersГі grandes fotos aГ©reas de la zona que le habГa proporcionado Ozgood, comparando los edificios y carreteras con los de un mapa anotado.
Las fotos abarcaban treinta aГ±os y en ese tiempo un par de propiedades habГan cambiado de manos. Otras, que en su momento estaban en terreno despejado, habГan quedado ocultas bajo ГЎrboles que habГan crecido, mientras que otras previamente escondidas ahora se veГan solas y aisladas en zonas clareadas o jardines.
La mansiГіn se encontraba en pleno centro, como una abeja reina, rodeada por extensos jardines. Estos iban desapareciendo en un bosque que descendГa gradualmente hacia los valles de dos rГos adyacentes, convirtiendo las propiedades de Ozgood en un diamante, aunque realmente no convergГan del todo.
Al noroeste del rГo se encontraba el pueblo de Scuttleworth, un grupo apretado de casas rodeando una iglesia, y rematado por dos tiendas una frente a otra en un extremo y un parque comunal: en realidad poco mГЎs que un terreno con matorrales que Slim habГa visto en su paseo en coche. El cementerio era el terreno mГЎs grande, alargГЎndose en dos prados separados por una lГnea de ГЎrboles, aunque al norte de Scuttleworth habГa un par de naves industriales: un bloque gris que parecГa una fГЎbrica colgada al borde de un valle y la otra un espacio gris abierto con varios coches estacionados y un par de vehГculos de construcciГіn: un garaje.
La residencia actual de Slim, la antigua casa del vigilante estaba casi a mitad de camino entre los dos y solo era visible como una mancha marrГіn a travГ©s de los ГЎrboles. La antigua carretera de acceso, claramente visible en un mapa fechado en 1971, era apenas una lГnea de puntos en el mГЎs reciente fechado en 2009, reemplazada por una nueva mГЎs al este.
Slim contГі otras catorce casas o propiedades que no pertenecГan a la finca de la mansiГіn o a Scuttleworth. Dos grupos eran grajas, mientras que Croad habГa identificado una hilera de tres como antiguas viviendas sociales que Ozgood habГa comprado y ahora alquilaba. Todas las demГЎs pertenecГan a aparceros locales.
Croad estaba esperando fuera cuando saliГі Slim, con la boca amarga por el exceso de cafГ©, pero con su mente sintiГ©ndose por una vez refrescantemente aguda. HabГa empezado, como siempre, a contar los dГas de sobriedad. Ahora cuatro sin beber, seis desde que se emborrachГі y doce desde que se despertГі en un lugar distinto de aquel donde recordaba haberse ido a dormir. El estГmulo de la cafeГna hacГa que palpitara su corazГіn, pero el atractivo desarrollo del caso Ozgood empezaba a despertar una curiosidad que solo un barril de alcohol podГa enterrar. Era sin duda una tela de araГ±a, pero si podГa desentraГ±arla de alguna manera, podrГa conseguir que le pagaran por una vez y esa eterna bГєsqueda de un sentido para su existencia podrГa apaciguarse por un tiempo.
—¿Listo, muchacho? —rechinГі Croad—. He tenido un dГa ocupado agitando el fango que tenemos delante.
Slim asintiГі, suspirando para sus adentros, preguntГЎndose durante cuГЎnto tiempo tendrГa que disfrutar de la abrasiva compaГ±Гa de Croad antes de poder continuar solo con la investigaciГіn.
Croad tambiГ©n tenГa coche, un antiguo Morris Marina, que parecГa mГЎs viejo que su dueГ±o. De un color verde desvaГdo, tenГa una discordante puerta de color rojo cromado y una zona azul en el techo que parecГa tapar un agujero en lo alto. Slim debiГі quedarse mirando, porque Croad se rio de repente y dijo:
—Techo solar. Casero. El aire no funciona.
Slim considerГі decir algo acerca de las ventanas, pero se lo pensГі mejor. En su lugar, dijo:
—¿Cuál es nuestra primera parada?
Croad sonriГі.
—ImaginГ© que empezarГamos a trabajar de inmediato. Le llevo a ver al fantasma.
7
CapГtulo Siete
Mientras el automГіvil de Croad saltaba y rebotaba por caminos rurales de los que Slim estaba seguro de que no estaban en sus mapas aГ©reos, el aire entraba por el agujero del techo mientras el tablero pintado de azul que normalmente cubrГa la abertura se encontraba a sus pies. Slim estaba seguro de que nadie que se fuera a encontrar con un fantasma real pasarГa el rato hablando de partidos hace tiempo olvidados del Queens Park Rangers.
—El nombre del tipo era Mickey —estaba diciendo Croad, tamborileando en el volante con los dedos—. Le acabГі yendo bastante bien, llegГі a ser internacional con Escocia. Pero el dГa que apareciГі era el novato en el entrenamiento. La noche anterior a su primer partido con los reservas, le llenamos las botas con polvos de guindilla. Un dГa de barro y niebla, todo mezclado. Le dio la sarna o algo asГ. DecГa que los pies le picaban tanto que prГЎcticamente se rascaba hasta quedarse sin piel.
—¿La sarna? —musitó Slim, fingiendo interés mientras Croad resoplaba de la risa.
—Al chico le hubiera ido fatal si no se lo hubiera tomado deportivamente… Ah, aquà estamos. La casa de Den.
Una cancela cubierta de viГ±a la separaba de la carretera. El edificio que habГa detrГЎs (era difГcil decir si era una casa) tenГa las ventanas tapiadas, pero la puerta principal habГa sido reventada y la entrada invadida por arbustos y zarzas. Slim saliГі del coche y se acercГі a la cancela, viendo ahora un segundo piso escondido entre las ramas.
—La casa de Den —repitiГі Croad mientras salГa y rodeaba el coche para unirse a Slim en la cancela—. DespuГ©s de llegar el primer mensaje, Ozgood me hizo venir aquГ a echar un vistazo, a ver si aparecГa Den. Estuve vigilando durante semanas. Nada.
—Pensaba que Sharp estaba muerto.
—Lo estГЎ. O deberГa estarlo. Los fantasmas no pueden escribir cartas ni mandar correos electrГіnicos, Вїverdad?
Slim dejГі a un lado la cancela hasta un muro de piedra enterrado y subiГі por Г©l. Si eso habГa sido alguna vez algo parecido a un jardГn, hacГa mucho de eso, reemplazado por un bloque denso de zarzas que se prendГan a los vaqueros de Slim mientras este se abrГa paso.
—¿Va a entrar? —preguntó Croad—. Necesitará esto. —Se inclinó por encima de la cancela para dar una linterna a Slim—. Los jóvenes han destrozado el lugar, asà que Ozgood lo hizo tapiar, ya que no se volvió a alquilar.
—Me gustarГa conocer a esos jГіvenes —dijo Slim—. Seguro que tienen historias que contar.
—En el parque los viernes por la noche —dijo Croad—. Los encontrarГЎ en el jardГn de la cerveza, bebiendo sidra barata. Eso hace que siga funcionando la tienda de Cathy.
Slim asintiГі. TomГі la linterna y apuntГі hacГa la oscuridad. Las siluetas de objetos de cocina en descomposiciГіn aparecГan en medio de la vegetaciГіn. Pisando con cuidado, dio unos pasos hacia el interior, pero no habГa nada que ver, salvo la ruina de la casa. Cristales rotos, pedazos de albaГ±ilerГa y unas pocas piezas no identificables de metal sostenГan a los sospechosos habituales de una propiedad abandonada: unas pocas latas aplastadas de Special Brew en un par de charcos, revistas pornogrГЎficas y un condГіn polvoriento y usado que se habГa dividido en el extremo correspondiente.
A sus espaldas, Croad dijo:
—Yo soy el responsable de las cervezas. Con respecto al resto, no tengo nada que ver.
Slim apagГі la linterna.
—Aquà no vive nadie —dijo—. Creo que es hora de dejar de hacer turismo y de que alguien me cuente acerca de la naturaleza de ese supuesto chantaje.
Croad sonriГі.
—Usted manda. ¿Lo quiere en el coche o fuera de él?
8
CapГtulo Ocho
Pocos minutos despuГ©s se sentaron delante del viejo Marina de Croad, con vasos de cafГ© sobre sus regazos. Croad sacГі una hoja de papel y se la pasГі a Slim, que la dejГі sobre sus rodillas mientras leГa.
—La primera —dijo Croad.
—Querido Oliver —leyГі Slim—. IrГ© directamente al grano, puede que te sorprenda oГr de mГ, pero no estoy muerto como esperabas. Pido perdГіn por eso. De hecho, la tragedia que crees que me ocurriГі nunca pasГі. Estoy muy vivo. Estoy vivo, pero muy frustrado. Y ahГ entras tГє. VerГЎs, sГ© lo que hiciste y creo que ya es hora de que lo pagues. TambiГ©n sГ© todo lo demГЎs. AcudirГ© a la policГa si no haces exactamente lo que te digo. Tuyo, Dennis.
La nota acababa con una solicitud de medio millГіn de libras en efectivo que habГa que dejar en una bolsa en un paso elevado de la cercana autovГa A30. DГa y hora: 6 de septiembre a las siete y cuarto de la tarde.
Slim se burlГі mientras la devolvГa.
—La tarifa habitual del chantajista —dijo—. Ningún detalle concreto. Supongo que la ignoraron.
—Por supuesto, dijo Croad—. Mr. Ozgood es un hombre de negocios. Recibe cartas como esta todos los dГas. Esta no pasГі de su secretaria. AsГ que el chantajista pasГі a ser un poco mГЎs especГfico.
—Muéstremela.
—Esta es la primera que llegó hasta Ozgood.
Slim tomГі la hoja y empezГі a leer, esta vez en silencio.
Querido Oliver,
He advertido que no te presentaste el 6 de septiembre.
No sueles faltar a una cita importante, Вїverdad?
Creo que no te das cuenta de que hablo en serio.
SГ© lo que hiciste. ВїCrees que tu
dinero te sacarГЎ de esta? SГ, bien que lo hizo.
Esa suerte que tienes. No la tenemos los menos privilegiados.
El precio ahora es de un millГіn.
Eso podrГa reparar parte del daГ±o que causaste.
Dile a Ellie cuando la veas,
que nunca olvidarГ© su sonrisa
cuando me dijo que me querГa.
Y pregГєntale acerca de ese araГ±azo en su espalda.
La zarza… No sabГa que estaba allГ.
SerГ© tu sombra hasta ver tu dinero,
a las seis en punto del 2 de otubre
en el mismo lugar que antes.
Dennis
Slim mirГі al frente.
—Supongo que Ozgood se tomó esta algo más en serio.
—No se equivoca —gruГ±Гі Croad—. Durante la supuesta violaciГіn, Ellie Ozgood recibiГі un araГ±azo en su espalda, tal y como dice la carta de Den. HabГa una espina en su piel y los forenses en la investigaciГіn inicial la vincularon con una planta concreta del jardГn de Den —seГ±alГі Croad—. Esa misma, aunque ha crecido un poco desde entonces. HabrГa bastado para condenarlo si Ellie no hubiera retirado la denuncia.
—¿Que ella quГ©? Ozgood me dijo que el caso fue sobreseГdo.
—SГ, eso fue algo delicado. Elli retirГі la denuncia. Dijo que era de mutuo acuerdo. La chica habГa cumplido diecisГ©is un mes antes, poniendo a Den a salvo. Г‰l tenГa treinta y ocho. A Mr. Ozgood no le gustaba, no creГa a Den ni a ella. No podГa haber sido que su pequeГ±a estuviera liada con el jardinero, Вїentiende? AsГ que se ocupГі personalmente del asunto.
—Eso entendГ.
Croad sonriГі, pero por primera vez lo hizo de una manera siniestra. En la penumbra que atravesaba los ГЎrboles, la cara del viejo parecГa un esqueleto amenazador.
—Los tres mosqueteros —dijo.
—¿Qué?
—Solo nosotros tres sabemos lo que hizo Ozgood esa noche. Él, por supuesto, yo y ahora usted. Le debo una vida y ahora usted también. No se debe saber, ¿queda claro?
Slim decidiГі no mencionar que parecГa que el propio Ozgood habГa roto su vГnculo sagrado alardeando de lo que habГa hecho ante Kay Skelton. Por el contrario, dijo:
—¿Me está amenazando?
—Solo dejando las cosas claras. Llevo mucho tiempo a su servicio y me he ganado su confianza. Usted no. No considero que me deba nada, asà que le dejo claro con quién está trabajando.
Slim suspirГі. La tentaciГіn de largarse era fuerte, pero tambiГ©n la atracciГіn por el pub mГЎs cercano y tal vez eso fuera mГЎs probable que lo matara.
—Entiendo —dijo.
—Bien. Pues hay más. Siempre hay más, ¿verdad?
Slim frunciГі el ceГ±o, sin estar seguro de quГ© querГa decir Croad, pero el viejo le pasГі otra hoja de papel.
—Tercera y última —dijo.
Querido Oliver,
Esta es realmente tu Гєltima oportunidad de pagar. No
olvides lo que hiciste a Scuttleworth, o
cuГЎnto destruiste.
Ahora por todo el daГ±o
que me hiciste debes pagarlo. Tienes la oportunidad
de reparar lo que causaste.
9 de noviembre, a las 5:25 de la tarde.
Un maletГn de cuero atado al noveno poste.
Nos vemos,
Dennis
Slim le devolviГі la carta.
—Sabe lo que le voy a preguntar, ¿no?
Croad sonriГі.
—Soy muy agudo. LlegГі hace ocho dГas. Tenemos poco mГЎs de dos semanas hasta el dГa del pago. No sabemos a quГ© se refiere con todo eso de reparar las cosas. No son mГЎs que amenazas y mentiras. Pero el problema es la niГ±a.
—¿Ellie? ¿Por qué?
— Mr. Ozgood quiere dejarla fuera, que nada la perjudique.
—¿Pero…?
—Es terca como una mula y no quiere irse. Dice que no le preocupa ninguna amenaza de nadie. Eso da que pensar, ¿no?
—¿Ozgood planea entregar el dinero?
—No, si puede evitarlo. Por eso estГЎ usted aquГ.
—No soy especialmente rápido en mi trabajo —dijo Slim—. No estoy seguro de poder ahorrarle dinero.
Croad rio.
—¿Cree que a Mr. Ozgood le preocupan un par de millones? TodavГa no lo entiende, Вїverdad? Nadie se enfrenta a Mr. Ozgood. Dennis Sharp lo hizo una vez y muriГі. A quienquiera que estГ© enviando estas cartas le pasarГЎ lo mismo. EstГЎ aquГ para evitar que Mr. Ozgood se manche las manos con sangre o al menos dejar tan poca como para poder lavГЎrselas fГЎcilmente.
9
CapГtulo Nueve
Croad dio una excusa sobre otras cosas que tenГa que hacer y luego dejГі a Slim en la casa, sabiendo poco mГЎs que antes. Superficialmente, parecГa un caso claro de usurpaciГіn de identidad. Si la evidencia era la que habГa escuchado, debГa haber algГєn error acerca de que Dennis Sharp seguГa vivo. El chantajista era alguien sin duda cercano a la familia y que sabГa mГЎs de lo que creГa Croad. Lo Гєnico que tenГa que hacer Slim era descubrirlo y denunciarlo. Luego Ozgood podrГa volver a dominar el mundo y Slim a su gradual descenso a una muerte triste y olvidable.
Croad le dio una lista garabateada de contactos, aГ±adiendo un asterisco a aquellos con los que era mГЎs probable que hubiera que hablar. En unas notas al pie explicaba que una cruz significaba que probablemente le dirГan a Slim que se largara.
El primer nombre en la lista era Clora Ball. Las notas de Croad la describГan como В«Parece vieja, huele mal, no sonrГe. Exnovia de DenВ».
Su domicilio estaba a un paseo de veinte minutos por un camino estrecho que acababa en un desmaГ±ado edificio de dos plantas en el que el piso inferior se usaba como garaje de maquinaria agrГcola. Clora vivГa en el piso superior, al que se accedГa por una puerta a un lado de la casa. Slim se encontrГі pulsando un botГіn de un portero automГЎtico moderno sin tener idea de quГ© iba a decir.
—¿Qué pasa? —oyó decir a una voz electrónica a través del receptor— ¿Sabe qué hora es?
Slim mirГі la pantalla de su viejo telГ©fono Nokia. Las diez menos cuarto de la maГ±ana.
Le dijo la hora.
—¿Puedo hablar con usted, por favor? Me gustarГa preguntarla sobre Dennis Sharp.
El receptor hizo clic y se apagГі. Slim esperГі unos largos segundos, pensando que ya habГa llegado a un callejГіn sin salida cuando sonГі la puerta, abriГ©ndose unos centГmetros.
—¡Aquà arriba! —gritó una voz desde una puerta en lo alto de una empinada escalera.
Slim subiГі. Le llegГі el olor a mitad de camino. La acritud familiar de una vida arruinada: comida precocinada, cigarrillos, alcohol barato. Se detuvo mientras esperaba a que su cabeza dejara de martillear, consciente de que su investigaciГіn podГa resolverse este primer dГa y luego continuГі subiendo.
Clora Ball se habГa retirado a una butaca con brazos en medio de un reino de basura. Los elementos de una vida normal se expresaban en elementos de cocina, aparadores, mesas y sillas, pero parecГa como si hubiera pasado una ola dejando basura en todas las superficies disponibles. Ella tomГі el mando remoto del televisor y apuntГі a este, que no estaba inmediatamente visible al encontrarse en medio de una pila de cajas, luego se girГі hacia Г©l con gesto de desafГo como si empezara un episodio de La guerra de la basura.
—No me ha dado tiempo a ordenar. ¿Quién es usted, de todos modos?
—Me llamo Slim Hardy. Soy investigador privado. QuerГa preguntarla sobre un viejo conocido. Dennis Sharp.
—Bueno, menuda historia, Вїverdad? HacГa mucho que no oГa ese nombre, aunque no sea alguien a quien una quiera olvidar.
Clora, a pesar de su aparente carГЎcter esquivo, parecГa contenta de tener compaГ±Гa. Cuando Slim no respondiГі de inmediato, agitГі una mano gordezuela en direcciГіn a la cocina.
—Acabo de hervir agua —dijo—. Si quiere hacerse un tГ©, trГЎigame uno. Si hubiera querido matarme, supongo que ya lo habrГa hecho, asГ que supongo que no quiere hacerme daГ±o.
Slim se abriГі paso obedientemente hasta la cocina y volviГі con dos tazas de tГ©. La leche estaba agria, asГ que dejГі el suyo negro y aГ±adiГі solo un poco al de Clora.
DespejГі un asiento y se sentГі cerca.
—Olvidó el azúcar —dijo Clora, como si Slim hubiera debido saberlo—. Supongo que debo tomar menos, asà que déjelo. Sabe que Den está muerto, ¿no?
Slim simulГі sorpresa y empezГі a crear la compleja mentira que habГa ideado para animar a la gente a hablar.
—Trabajo para un fondo de inversiГіn con sede en Londres —dijo—-. Mr. Sharp tenГa unos activos que han vencido. El gestor de fondos ha sido incapaz de contactar con Г©l, asГ que me han enviado para encontrarlo y, en su ausencia, a su heredero.
—¿Cuánto dinero?
—Una cantidad de seis cifras —dijo Slim, viendo cГіmo ella miraba al techo, frunciendo el ceГ±o mientras trataba de calcular cuГЎnto seria eso—. Es una cantidad importante. Las condiciones del contrato son que deberГan pasar a las manos de su pariente mГЎs cercano en caso de muerte legal. Un tipo con el que me topГ© en el pueblo me dio su direcciГіn. —Se removiГі en su asiento, preparando el cebo para que picara—. El gestor del fondo ha autorizado pagos menores para cualquiera que pueda darnos informaciГіn fiable.
—¿Cuánto?
—Depende. ВїCГіmo de bien conocГa a Mr. Sharp?
Clora se agitГі. La silla chirriГі bajo ella, asГ como el suelo. Sus brazos regordetes se levantaron como si contuvieran informaciГіn y sonriГі.
—Éramos amantes.
—¿TenГa una relaciГіn con Mr. Sharp?
Clora se encogiГі de hombros.
—Algo asГ. Ese Den era un rufiГЎn. Yo no era la Гєnica y lo sabГa, pero no me importaba. —VolviГі a sonreГr, mirando a la lejanГa—. Era uno de esos tГos duros a los que una mujer no podГa resistirse. No me hubiera importado que se tirara a la mitad del pueblo mientras volviera a mГ de vez en cuando. —De repente, su semblante se apagó—. Pero cuando oГ hablar de Eleanor, pensГ© que se habГa pasado.
—¿Eleanor? ¿Ellie Ozgood? ¿La hija de Oliver Ozgood?
—Usted ya ha investigado —dijo Clora—. La hija y heredera de Ozgood.
—¿TenГan una relaciГіn?
—Eso decГan. A mГ me resultaba difГcil creerlo. Den tenГa menos de cuarenta aГ±os. PodГa resultar atractivo para cierta edad, pero una chica rica de un colegio privado… no lo podГa entender. Entonces se supo lo de la violaciГіn. Eso tenГa mГЎs sentido.
—Por supuesto, a usted le sorprendió lo que hizo.
—¿La violaciГіn? —Clora rio—. Un montГіn de mierda, eso es lo que era. Den no era un violador, no tenГa ese carГЎcter. —SonriГі con suficiencia—. Con esa mirada, no lo necesitaba. No, era la palabra de ella contra la suya. El caso se habrГa sobreseГdo incluso si ella no hubiera retirado los cargos. Den habrГa sido absuelto de cualquier delito, como cualquiera con medio cerebro habrГa sabido. No, traspasГі una lГnea desde el principio al acercarse a ella. Por ir con el enemigo.
10
CapГtulo Diez
Slim esperaba mГЎs detalles, pero Clora anunciГі abruptamente que iba a empezar un concurso televisivo que le gustaba y que debГa volver en otro momento si querГa hablar mГЎs.
De vuelta en el exterior, caminГі por el sendero hasta la encrucijada, tomando la direcciГіn que llevaba al pueblo de Scuttleworth, con la cabeza bullendo de nuevas ideas. Cuando se suponГa que tenГa que encontrar a quien podГa haber tenido el conocimiento para hacerse pasar por Dennis Sharp, se encontraba con acusaciones veladas de conducta inapropiada por parte de Ollie Ozgood y su familia.
Scuttleworth constituГa un cruce de caminos y se agrupaba como una tela de araГ±a, aunque solo el camino del norte podГa considerarse utilizable para el trГЎfico. Todas las carreteras al sur de la iglesia se degradaban formando un camino de un solo carril, recorriendo montaГ±as y cerros como si alguna vez un gigante hubiera creado una red descuidada de caminos a lo largo del paisaje. La carretera hacia el norte incluГa los pocos edificios comerciales: dos tiendas pequeГ±as, una oficina de correos y una tienda de materiales de construcciГіn. La iglesia estaba en una depresiГіn rodeada por ГЎrboles y al otro lado de la calle habГa un pub. El camino que pasaba de este a oeste consistГa en dos hileras enfrentadas de granjas con muros de piedra que gradualmente daban paso al campo.
No habГa nadie. Una de las dos tiendas estaba cerrada, con un cartel en el escaparate que se habГa ido borrando por la luz solar hasta quedar ilegible. Slim entrГі en la otra, a travГ©s de una puerta medio bloqueada por una gabardina verde tirada en el suelo y encontrГЎndose en un cuarto largo y apretado lo suficientemente estrecho como poder alcanzar simultГЎneamente las paredes de ambos lados por encima de las estanterГas. Aparte de un estante bien provisto de botellas de dos litros de agua mineral, la tienda tenГa poca cosa. Slim tomГі una lata de alubias, le dio la vuelta y vio que su consumiciГіn preferente se habГa sobrepasado en dos meses. Lo mismo pasaba con un paquete de pasta deshidratada, mientras una barra de pan de cereales en una cesta al lado de la caja estaba dura, segГєn pudo apreciar al tocarla con el dedo.
—¿Puedo ayudarlo?
Slim, pasando un dedo por el polvo del mostrador, dio un respingo al oГr la voz. VenГa de abajo. Se inclinГі sobre el mostrador y encontrГі a un niГ±o con pantalones cortos sentado en el suelo con las piernas cruzadas y una consola de juegos en las manos parpadeando en el espacio entre sus piernas. El niГ±o no llevaba zapatos ni calcetines y una camiseta de un color azul desvaГdo mostraba una piel pГЎlida a travГ©s de agujeros de polilla en los hombros.
—Um… buscaba periódicos —dijo Slim, escogiendo lo primero que se le vino a la cabeza.
El niГ±o puso los ojos en blanco como si eso fuera algo absurdo. MirГі un momento a su videojuego y luego, como si se diera cuenta de que la conversaciГіn no habГa acabado, mirГі hacia arriba y dijo:
—¿Hay alguno que quiera pedir? Puedo preguntarle a mamá.
—¿Dónde está tu madre?
El niГ±o no le mirГі.
—En la trastienda.
—¿Qué hace?
—Yo qué sé.
La conversaciГіn se iba volviendo inГєtil, asГ que Slim tomГі un paquete de pasta de una estanterГa y lo dejГі sin ceremonias sobre el mostrador.
—Me llevo esto, por favor.
El niГ±o se puso en acciГіn, poniГ©ndose en pie y gritando:
—¡MamГЎ! —A travГ©s de una cortina que cubrГa la entrada al interior.
El chirrido de los muelles de un viejo sofГЎ, el arrastre de las zapatillas sobre el linГіleo y un largo suspiro anunciaron a la seГ±ora de la casa antes de cruzar la cortina. Vio la pasta antes de ver a Slim, empujГі a lo alto de su nariz sus gruesas gafas y luego mirГі hacia arriba.
Cualquier atractivo de juventud que pudiera haber tenido habГa desaparecido con el paso del tiempo. Un cuerpo grueso y sin formas se escondГa debajo de un jersey gris con un rasgГіn en una manga. Sus ojos grises miraban desde una cara cara con demasiada piel y una boca con dos babosas por labios se abrГa para revelar el destello de una muela de plata.
—¿Es usted Cathy? —preguntГі Slim, recordando algo que habГa dicho Croad y esperando que el viejo no se hubiera referido a la tienda cerrada al otro lado de la calle.
Si la mujer se sorprendiГі, no hubo ninguna seГ±al de ello en su cara.
—¿QuiГ©n es usted? —preguntГі, mirando hacia otro lado, ordenando abstraГdamente una cesta de mimbre sobre el mostrador llena de latas de maГz dulce. Una luminosa estrella rosa aparecГa delante anunciando una oferta de otoГ±o a mitad de precio.
—Voy a estar por la zona algunos dГas —dijo Slim, evitando lo esencial de la pregunta—. En realidad, estoy buscando a Dennis Sharp. O lo estaba, pero he oГdo que se fue.
—Es una manera educada de decirlo. ВїQuГ© querГa de Г©l?
—Es personal. Prefiero no contarlo.
Ella se encogiГі de hombros.
—Eso es cosa suya. Un libra con diez por eso.
TomГі la pasta del mostrado y la colocГі en una bolsa de papel. Slim buscГі suelto en su bolsillo, haciendo ciertos aspavientos para ganar tiempo. Sacando finalmente un par de monedas, dijo:
—¿QuerГan a Dennis por aquГ?
—¿Qué la importa si está muerto?
—Solo estaba comentando.
—Supongo que podrГa encontrarse gente peor. Siempre estaba bromeando, aunque era un poco atrevido con las manos.
—¿Qué quiere decir eso?
La mujer empujГі al niГ±o en la espalda con la rodilla.
—Vuelve ahà y haz algo útil. Limpia el suelo o algo.
Mientras el niГ±o se iba, se dirigiГі a Slim y le mostrГі una sonrisa mГЎs amistosa de lo que Г©l habrГa creГdo que era capaz.
—Le gustaban las mujeres. Nunca deberГa haberse acercado a esa niГ±a.
—¿Qué niña?
—Ellie Ozgood. Den nunca estaba contento con lo fГЎcil. Iba buscГЎndose problemas y no podГa haber encontrado algo mejor.
—Me gustarГa conocerla. ВїSabe dГіnde vive?
—En la mansiГіn, por supuesto. Pero buena suerte si va a allГ. Es mГЎs probable que la encuentre en el trabajo, si se puede llamar trabajo a su seГ±orГo sobre ese lugar. Mi Tom siempre se estГЎ quejando de ella, dice que no hace nada salvo sentarse sobre su… —Cathy se callГі. Se pasГі una mano por el pelo, dejando un rastro grasiento detrГЎs de su oreja derecha—. Bueno, supongo que ya estГЎ bien.
—¿Dónde?
—¿Ha estado viviendo en un hoyo? En Vincent’s. El matadero. Segunda calle a la derecha a partir de aquГ. No se preocupe por equivocarse. Lo olerГЎ desde una milla.
11
CapГtulo Once
—¿Vincent’s? No hace falta que vaya allà —dijo Croad sentado al otro lado de la mesa—. ¿Tengo que recordarle quién lo contrató?
—Me han dicho que Ellie Ozgood trabaja allГ. Si alguien sabe acerca de Dennis Sharp, es ella.
Croad sacudiГі la cabeza.
— Mr. Ozgood quiere a Ellie fuera de esto. No quiere que la violación vuelva a salir a la luz.
—Pero…
—Déjelo, Mr. Hardy. Soy solo el mensajero y estas son las reglas del trabajo. Tómelo o déjelo.
Slim querГa levantarse e irse, pero el recuerdo de casas barco escoradas y patadas hacГan de este un lugar seguro… por ahora.
—Como dice —dijo—, haga algo seguro, Вїvale? ConsГgame una lista de personas relacionadas con Dennis. Familia, amigos, conocidos.
Croad sonriГі.
—Solo tiene que pedirlo. —Sacó del bolsillo un papel arrugado y lo dejó sobre la mesa, con sus ajados dedos de trabajador haciendo todo lo posible por alisarlo.
—Esto deberГa de valerle.
ParecГa una telaraГ±a de escritura infantil. Slim la mirГі, esperando desentraГ±ar algo legible o comprensible. Al no conseguirlo, mirГі de nuevo a Croad.
—Tal vez me pueda explicar esto —dijo.
Croad golpeГі un garabato que podrГa decir cualquier cosa.
—Shelly Holland. La madre de Den.
—¿Casada de nuevo?
—Nunca lo estuvo. Extramatrimonial. Den tomó el apellido de su padre solo para mortificarla.
—Oh. ¿Dónde la puedo encontrar?
Croad se puso en pie. AgitГі una mano hacia la cazadora de Slim colgada en el respaldo de una silla y se dirigiГі hacia la puerta.
—Ahora mismo le llevo. Si ella sigue allГ.
Tomaron el coche de Croad, pero en menos de dos minutos se volvieron a bajar, al aparcar Croad en un seto descuidado fuera del cementerio. HabГa enfrente una hilera de casitas al otro lado de un camino de grava con hierbajos, mГЎs deteriorado de lo que Slim habrГa esperado para unas propiedades tan potencialmente lucrativas.
—¿Ozgood también es el dueño de esto? —preguntó Slim.
Croad hizo un gesto despectivo hacia ellas.
—De todas. Hay inquilinos en tres. El cuarto se fue después de un año. Seis meses sin pagar.
—Apuesto a que no le gustó.
—A los responsables no nos gustó demasiado, pero para Mr. Ozgood, no fue más que una picadura de pulga en la espalda.
—¿Los otros tres?
—Trabajan en Vincent’s, como la mayorГa por aquГ.
—¿Esa es la principal fuente de ingresos de Ozgood?
Croad se encogiГі de hombros.
—Una de ellas. ВїQuiere conocer a Shelly o no? Por aquГ.
Croad le llevГі hasta las puertas del cementerio. Slim se detuvo mientras Croad quitaba unas hierbas enredadas y las dejaba abiertas.
—Pensaba que estaba viva.
—Lo está. Al menos la última vez que vine.
El cementerio estaba muy descuidado. Slim se preguntГі si mantenerlo era otra de las tareas de Croad y si merecГa la pena preguntГЎrselo al viejo. LГЎpidas antiguas y torcidas aparecГan de entre las malas hierbas que se agitaban, con sus inscripciones cubiertas de liquen y apenas legibles.
—Parece que nadie viene por aquà —dijo Slim.
—No lo hacen. Ya no. Que no haya mucha gente por aquà no significa que haya habido muchas muertes. Den fue uno de los más recientes y ya han pasado seis años desde su entierro.
—¿Dónde está?
—Ya lo verá.
El camino rodeaba la parte trasera de la iglesia y luego se dividГa subiendo un pequeГ±o altozano hacia una hilera de ГЎrboles que lo separaba de un segundo cementerio adyacente que parecГa un pequeГ±o campo aГ±adido para hacer frente al desbordamiento. Slim tratГі de ver mГЎs allГЎ de Croad hacia dГіnde iba el camino. Solo pudo suponer que girarГa a la derecha pasado el cementerio a una pequeГ±a propiedad al otro lado, aunque no podГa ver nada, salvo mГЎs campo.
—¿No hay una forma más rápida de atravesarlo? —preguntó Croad—. Parece bastante descuidado.
—No vamos a atravesarlo —dijo Croad—. Vamos allà precisamente.
PasГі a travГ©s de la hilera de ГЎrboles. El cementerio secundario era despuГ©s de todo un campo. HabГa una hilera de nuevas tumbas cerca de los ГЎrboles, pero el resto del campo estaba sin cuidar. El camino acababa un par de metros mГЎs allГЎ, enterrado por la hierba.
—Cuidado con eso —dijo Croad, mientras Slim casi tropieza con un cable eléctrico oculto entre la hierba—. Uno de los fariseos locales del pueblo lo electrificó.
Slim frunciГі el ceГ±o, con varias preguntas en la punta de la lengua, pero Croad siguiГі adelante. Slim, deseando haberse puesto pantalones impermeables, eligiГі con mГЎs cuidado su camino al seguirlo.
Unos pasos mГЎs Adelante, Croad se detuvo.
—Aquà estamos —dijo—. Huele como si estuviera cocinando. Eso significa que está en casa.
Slim observГі. El campo descendГa hacia un pequeГ±o arroyo. A medio camino, aparecГa una pequeГ±a lona verde sobre la hierba, apoyada en unos postes desordenados, algunos de los cuales habГan rasgado el plГЎstico y habГan sido reparados con cinta americana. A medida que se acercaba, Slim vio una pieza de madera vieja todavГa con clavos curvos y oxidados, mientras que otra era en realidad parte de una rama baja de un ГЎrbol que se levantaba y bajaba con el susurro del viento.
Croad se detuvo mГЎs adelante. Se volviГі a Slim con una sonrisa desdentada en su cara.
—¿Está listo para esto? —preguntó.
—¿Para qué?
—¿No ha sido militar? Bueno esté listo para ponerse a cubierto. Las bombas están a punto de empezar a caer.
Slim mirГі involuntariamente al cielo. Croad dio un paso adelante y sacudiГі el borde de la lona. Esta crujiГі y cayeron varios puГ±ados de hojas acumuladas.
—¿Shelly? ВїEstГЎs ahГ? Soy Croad. He traГdo a alguien que quiere preguntarte por Den.
Desde el interior les llegГі un sonido similar al de alguien caminando sobre papel seco de periГіdico. Una esquina de la lona se abriГі para mostrar una cara anciana y salvaje enmarcado por un pelo ensortijados de un color rubio gris que salГa de una bandana azul. Entornaba lo ojos y fruncГa los labios con un gruГ±ido salvaje. Siseando, chasqueГі la lengua hacia Slim y luego le mostrГі un palo. Dio un paso atrГЎs, levantando la mano.
—Venimos en son de paz —dijo Croad—-. Este es Mr. Hardy. Quiere preguntarte por Den. Un antiguo amigo de la escuela, ¿verdad?
Slim no se esforzГі por contestar. Shelly le dirigiГі sus gruГ±idos, con mugre en sus mejillas agrietadas y despellejadas. FrunciГі los labios, como si quisiera mandarle un beso y luego escupiГі una flema que cayГі cerca de los zapatos de Slim.
—Salid de aquà —les dijo, con una voz ronca y chirriante, señal de su abuso del tabaco o del alcohol, o de ambos.
—Busco a Dennis Sharp —dijo Slim.
Shelly mirГі detrГЎs de sГ, como si buscara algo que arrojarle.
—Hay gente loca que cree que Den sigue vivo —dijo Croad—. Muéstraselo, Shelly, para que me deje en paz.
—Sal de mi maldito porche, sabandija —le escupiГі a Croad, haciendo que este diera otro paso atrГЎs—. SolГa gustarme tu mirada, pero te has convertido en un esbirro de Ozgood desde hace tanto tiempo que la veo llena de…
—Puedo volver en otro momento —dijo Slim.
Shelly gruГ±Гі y le tirГі algo. Le dio en el muslo y rebotГі. Slim frunciГі el ceГ±o. Un muГ±eco artesanal, sucio y araГ±ado como si alguien lo hubiera arrastrado con el pie por cemento. Su cabeza hecha con cable tenГa pequeГ±as depresiones y quedaban restos de pegamento en los ojos que le habГan sacado, mientras que su boca estaba cubierta por cinta adhesiva. Frunciendo el ceГ±o, Croad levantГі un pie y la pateГі hacia la hierba.
—Solo enséñaselo, Shelly —dijo el viejo—. Déjale que lo vea.
Shelly lanzГі una retahГla de juramentos a Croad, pero dio un pequeГ±o paso atrГЎs y dio un pequeГ±o empujГіn a algo oculto bajo el toldo con un zapato sucio y desgastado.
Una pequeГ±a cruz de madera.
—Mi chico está ahà —dijo—. Aquà conmigo, como debe ser. Donde nadie más pueda hacerle daño. Ahora iros y no volváis.
12
CapГtulo Doce
Slim estaba demasiado traumatizado por la visita a Shelly como para hablar mientras Croad conducГa de vuelta a la casa. HabГa demasiadas cosas que no olvidarГa: los ojos salvajes de la mujer, el muГ±eco destrozado y la pequeГ±a cruz, rodeada por una cadena de margaritas que podГa haber hecho un niГ±o.
—¿Ha tenido bastante por hoy? —preguntó Croad mientras se apeaba—. ¿Ha conseguido suficiente de ella? ¿Cree que lo está escondiendo?
Slim se limitГі a encogerse de hombros. Dijo adiГіs con la cabeza a Croad, luego subiГі y entrГі, sintiГ©ndose aliviado mientras el coche se iba.
Por primera vez en un par de dГas tenГa un ansia desesperada de beber y se sentГі a la mesa con la cabeza entre las manos, esperando que se pasara esa sensaciГіn.
Croad le habГa traГdo mГЎs listas y, tan pronto como fue capaz, llamГі a un hombre llamado Evan Ford, con la indicaciГіn de detective inspector entre corchetes junto a su nombre, seguido por una nota que decГa: В«en caso de que quiera comprobar que Den estГЎ realmente muertoВ».
Ford aceptГі ver a Slim en el pueblo cercano de Stickwool. Reticente a que Croad le acompaГ±ara, Slim caminГі hasta la carretera principal, donde tuvo la suerte de poder detener a un autobГєs local que pasaba y que lo dejГі en las afueras del pueblo.
Ford llevaba una chaqueta ligera de paseo y tenГa un bastГіn sobre sus rodillas. Su pelo se arremolinaba en mechones y unas gafas descomunales hacГan que pareciera un agente de policГa tratando de pasar inГєtilmente inadvertido. Se levantГі para sacudir la mano de Slim y luego pidiГі a la Гєnica camarera dos cafГ©s antes de que Slim hubiera podido siquiera ver una carta.
—OГ que podГa llamarme en algГєn momento —dijo Ford como bienvenida—. ВїEs usted quien pregunta por Dennis Sharp? Algo acerca de una herencia.
—Es una cantidad pequeГ±a —dijo Slim, sofocando un suspiro, sintiendo una creciente frustraciГіn por su disfraz y por la capacidad de Croad de adelantarse en cualquier caso en que podrГa haber planteado algunas respuestas decentes.
—¿Y necesita una prueba de su muerte antes de poder pasar a su pariente más cercano?
—Algo asГ.
Ford sacГі un sobre de plГЎstico.
—Tengo una copia de su certificado de defunción —dijo—. No es el original, me temo. Ese está en el registro público correspondiente. Puede verlo si pide cita.
—Estoy seguro de que no serГЎ necesario. —Slim mirГі el documento, fingiendo interГ©s. PodrГa ser fГЎcilmente falsificable si estuviera en medio de alguna extraГ±a conspiraciГіn, pero ВїquГ© sentido tendrГa?
—¿Usted era el oficial a cargo de la investigaciГіn? —dijo Slim devolviГ©ndole el documento a travГ©s de la mesa y mirando al frente—. ВїPuedo preguntarle si habГa alguna seГ±al de manipulaciГіn?
Ford sacudiГі la cabeza.
—Ninguna. El accidente de Dennis Sharp tenГa todas las trazas de un hombre conduciendo demasiado aprisa en un camino que conocГa muy bien, confiГЎndose y cometiendo un error en unas condiciones bastante malas para conducir, un error que le costГі la vida.
Slim se inclinГі hacia delante.
—¿Y no habГa ninguna manipulaciГіn en el coche?
—Era un coche viejo. Sharp no era rico. PodГan haber ido mal media docena de cosas en ese coche. ВїPero seГ±ales evidentes de manipulaciГіn? —Ford sacudiГі la cabeza—. La investigaciГіn no encontrГі ninguna.
—OГ que Sharp habГa sido absuelto recientemente de un ataque sexual a Ellie Ozgood, la hija de un terrateniente local.
—Absuelto, no. Nunca llegó a juicio. La chica retiró los cargos.
—He oГdo rumores de que tenГan una relaciГіn.
—¿Qué tiene eso que ver con una herencia?
—Bueno —dijo Slim—, si hubiera un hijo de su relaciГіn, significarГa un buen pellizco.
Ford sacudiГі la cabeza.
—Creo que deberГa buscar en otro lugar para un pariente mГЎs cercano.
Slim asintiГі mirando el sobre.
—¿Qué más tiene?
—Croad me dijo que serГa persistente. ВїTodos los abogados de herencias son como usted?
Slim contuvo una sonrisa.
—Oh, somos como tiburones.
—Creo que su madre es su Гєnico pariente vivo. Tratamos de contactar con el padre que parece en el certificado de nacimiento de Dennis, Julian Sharp. Pero descubrimos que habГa muerto en los noventa. Dennis tambiГ©n tenГa un hermano mГЎs joven, pero tambiГ©n estГЎ muerto.
Slim frunciГі en entrecejo. La muerte parecГa perseguir a Dennis Sharp como una sombra.
—Acabo de conocer a su madre —dijo—. Sin un análisis oficial, creo que no está lo suficientemente bien de la cabeza como para manejar un fideicomiso. ¿No hay otros hermanos? ¿Primos? ¿Tal vez un hermano o hermana nacidos fuera del matrimonio dados en adopción?
Ford frunciГі el ceГ±o.
—Es raro que lo diga.
Slim encogiГі los hombros.
—No estoy convencido de que aquà no pueda haber más parientes carnales que su madre.
—Una actitud bastante esnob, ¿no cree? Está suponiendo que la gente del campo no hace más que aparearse.
Slim se inclinГі hacia delante, preparando su tono mГЎs condescendiente, consciente de que confirmarГa su disfraz de abogado de la ciudad.
—¿No es as�
Ford se puso en pie.
—Creo que hemos acabado, Mr. Hardy. Espero que mi información le haya sido útil. —Luego se fue, levantando teatralmente la cara.
13
CapГtulo Trece
A pesar de las advertencias de Croad, despuГ©s de tomar un autobГєs de vuelta a Scuttleworth, Slim atravesГі el pueblo. SubiГі unos escalones hasta un camino rural, subiendo la colina hasta que consiguiГі ver el matadero. Lejos de ser el destartalado alojamiento de sufrimiento y muerte animal que siempre habГa imaginado para esos lugares, era un bloque industrial limpio y compacto rodeado por un estacionamiento asfaltado y una alta alambrada.
Los aГ±os de bebedor habГan perjudicado a la antigua forma fГsica militar de Slim, pero sus ojos todavГa eran lo suficientemente buenos como para apreciar las cajas rectangulares en lo alto de postes que tenГan que ser cГЎmaras de un circuito cerrado de televisiГіn. Objetivamente, no los culpaba: la amenaza de intrusos activistas estaba ahora por todas partes, sin que importara lo humano o Г©tico que fuera su proceso de producciГіn. Slim no tenГa nada en contra de los derechos de los animales, que incluГan comerse un filete y acariciarle la cabeza a una vaca.
Aun asГ, una gran empresa era una gran empresa. Y la tuya podГa estar cortando animales en rebanadas o llevГЎndose porciones de planes de pensiones, pero era raro encontrar una empresa sin algГєn esqueleto escondido en su armario.
Slim sacГі su Nokia y desdoblГі una hoja de papel guardada en la funda de su telГ©fono detrГЎs del aparato. Una lista de antiguos contactos del ejГ©rcito, todos los que habГan logrado algo en la vida sin odiarlo. La hermandad del pelotГіn era mГЎs fuerte que la carnal y Г©l habГa recibido un par de favores a lo largo de los aГ±os. A cambio, habГa hecho todo lo posible por pagar sus deudas: descubriendo a un socio estafador para uno, creando un fondo de jubilaciГіn para otro, incluso ayudando a construir una caseta para un tercero.
LlamГі a Donald Lane, un viejo amigo del ejГ©rcito que habГa fundado una consultorГa de inteligencia en Londres despuГ©s de dejar las fuerzas armadas. Donald se habГa especializado en trabajos para la policГa y el gobierno, pero habГa ayudado a Slim en otros casos anteriores.
—Don, soy Slim. Han pasado ya unos meses, ¿qué tal te va?
—¿Slim? QuГ© gusto hablar contigo, tГo. Yo sigo igual. ВїTГє tambiГ©n? ВїTe las arreglas?
Slim sonriГі.
—En realidad estoy mejor que hace bastante tiempo. Don, necesito una investigación de antecedentes de una empresa.
—¿Eso es todo? Es fácil. ¿Qué buscas?
—TodavГa no estoy seguro. PodrГa no ser algo que no tuviera nada en absoluto que ver con mi investigaciГіn, pero tambiГ©n podrГa ser algo esencial. Nunca se sabe, Вїno?
—¿Asà que estás trabajando en algo? Rumores, acusaciones, chismorreos, ¿esas cosas?
—De eso se trata. Harás bingo si me consigues algunas demandas presentadas. Algo que sugiera algún tipo de delito. Estoy buscando cosas que puedan haber afectado a la comunidad que la rodea. Resentimiento, rencores. Ese tipo de cosas.
—DГ©jamelo a mГ. Conozco a un hombre que trabaja para la prensa econГіmica que tiene una oreja en el suelo. ВїSupongo que esto es alto secreto?
—No cuentes más de lo que debas. Me ha contratado un hombre peligroso. El problema que tengo es que no sé cuánto de peligroso.
Don rio.
—¿Cómo te metes en esos berenjenales?
Slim no pudo sino sonreГr.
—Tengo que aceptar lo que me ofrecen. Tal vez sea el momento de actualizar mi página web.
—La Гєltima vez que la busquГ©, no tenГas ninguna.
—A eso me refiero.
Slim dio los detalles a Don, luego le dio las gracias y colgГі. TomГі otra hoja de detrГЎs de su telГ©fono y la desdoblГі. En condiciones mucho mejores que la otra, era la lista de tareas que acababa de escribir.
Croad habГa escrito una lista con casi todas las personas en un radio de unos ocho kilГіmetros que podrГan haberse cruzado en el camino de Dennis Sharp en algГєn momento. Slim la habГa reducido a las diez personas que era mГЎs probable que supieran algo, pero, en el mejor de los casos, era una lista muy vaga y aun asГ demasiado amplia. Slim sentГa como si se le hubiera pedido hacer una investigaciГіn a lo que una fuerza de policГa habrГa asignado un equipo completo. Si querГa descubrir la verdadera identidad del misterioso chantajista, tenГa que moverse aprisa y le parecГa estar luchando contra arenas movedizas.
No ayudaba el que la persona que podrГa haber sabido algo (Ellie Ozgood) estuviera aparentemente fuera de su alcance.
Slim frunciГі el ceГ±o. SentГa que alguien se estaba burlando de Г©l, como si estuviera esperando que Jeremy Beadle saliera de detrГЎs de un ГЎrbol y gritara «¡sorpresa!В» mientras se echaba a reГr.
El chantajista amenazaba con hacer pГєblico algo de Ozgood. ВїPero quГ©?
DifГcilmente podГa ser el asesinato de Sharp. Si hubiera sido asГ, hubiera sido mГЎs seguro y habrГa tenido mГЎs sentido acudir a la policГa, tal vez en otro lugar donde Ozgood no tuviera influencias.
No, tenГa que ser algo personal.
ВїPero quГ©?
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